Jorge afirma que desde la apertura de su kiosko, todos los días con su "bici" busca el diario a las 4 e inmediatamente se pone a repartirlo. "Me conocen todos y se ha generado una relación de amistad y confianza muy fuerte. He visto crecer a generaciones enteras de vecinos. Algunos que hace 40 años me compraban el diario hoy vienen a buscar revistas para sus nietos", rememoró.

El oficio cambió. "Hubo que reinventarse", aseguró Jorge. "Lo digital hizo que la lectura de revistas y diarios cayera pero hay que ir manejando la situación. Hoy hasta me piden por WhatsApp el diario, no se puede creer", dejó en claro.

Junto a él, siempre, "Chela", su esposa. Gracias al sacrificio de abrir el puesto cada día, con lluvia o calor, criaron a su hija y actualmente disfrutan ambos de sus tres nietos. "Laburo desde los 12 años. Ese ejemplo de trabajo, la cultura del trabajo, es lo más preciado que puedo dejarles", sentenció. Luego, contó cómo quizás sin pretenderlo impulsó a los vecinos a alcanzar sus propias metas y superar obstáculos.

A pesar de que los años pasaron, Jorge señaló que buscará descarsar. Sin embargo, se preguntó: "¿A quién se lo dejo? Esto es un amor, como un hijo. Lo sostenemos de a dos, con 'Chela', experta en recomendarles revistas a las vecinas. Mi señora es el gran premio y en este puesto está toda mi vida". Solo el tiempo lo dirá...