Nacido en Santa Fe, Matías vivió sus primeros años con su familia biológica, enfrentando episodios de maltrato y violencia que marcaron profundamente su infancia.

A los 5 años, la llegada a la Casa Cuna significó el inicio de un proceso de transformación, que se consolidó cuando fue adoptado por Erika Pasero Proske, periodista y figura maternal que lo acogió con amor y determinación.

Juntos, decidieron transformar esa experiencia en un mensaje de esperanza, plasmándolo en el libro "Soy el Matías. Ni víctima ni premio consuelo", en el cual relatan su vivencia en el sistema de adopción argentino y hacen un llamado a la sensibilización social.

Mar del Plata: un escenario de encuentro y reflexión

La ciudad de Mar del Plata, reconocida por ser escenario de encuentros culturales y sociales, fue el marco perfecto para que Matías compartiera su testimonio.

Durante su intervención, el joven relató con crudeza y emoción episodios que marcaron su vida, entre ellos, el temor constante frente a la figura paterna y el insólito incidente del incendio, momentos que simbolizan tanto el dolor como el eventual rescate de una infancia rota.

En este contexto, la audiencia marplatense se mostró profundamente conmovida, reconociendo en su relato la urgencia de atender y apoyar a aquellos niños que, como Matías, han tenido que luchar contra las adversidades desde muy temprana edad.

Una voz que trasciende fronteras

Actualmente, aunque Matías reside en Rosario y trabaja en una fábrica, su mensaje llega a todos los rincones del país. Con la firme intención de inspirar a otros y promover la adopción de niños mayores, mantiene una activa presencia en redes sociales a través de la cuenta "@soyelmatiasok", donde continúa difundiendo historias de resiliencia y superación.

El testimonio de Matías Peralta Proske en Mar del Plata no solo es un relato personal, sino un llamado a la acción para mejorar las políticas de protección infantil y fomentar una cultura de solidaridad.

Su vida, marcada por el dolor inicial y la posterior superación, invita a la sociedad a reconocer y apoyar a quienes, como él, encuentran en la adversidad la fuerza para renacer.

Cada palabra pronunciada en aquel encuentro se transformó en un mensaje de esperanza y en un recordatorio de que, a pesar de los desafíos, siempre es posible reconstruir el camino hacia una vida digna y plena.