Martín Vestiga, Tito Rosca y el detrás de escena de la interna entre el PRO y la UCR por Lijo

Sagaz como siempre. Intrépido e inquisidor. Adjetivos que sólo califican a Martín Vestiga, un asiduo colaborador de NOVA que vive trabajando y que, en sus ratos libres, investiga como pocos. Todo un adicto a su profesión.
En una soleada mañana marplatense, el respetado periodista Martín Vestiga transitaba la peatonal San Martín con la serenidad propia de quien cree tener todas las noticias bien guardadas en su carpeta.
Sin embargo, al doblar la esquina de Diagonal Pueyrredón, se topó de bruces con el satánico, fumador e insoportable Tito Rosca, quien sostenía un cigarillo humeante entre los dedos como si fuera la extensión viva de su propia insistencia en generar chismes.
—¡Martín Vestiga!, gritó Tito Rosca, con la voz rasposa que delata décadas de tabaco barato. —¡Justo a vos te venía buscando!
Martín Vestiga, sin perder la compostura que lo caracteriza, inclinó apenas la cabeza y respondió con un seco “¿Qué sucede, señor Rosca?” mientras intentaba disimular su fastidio.
Porque si algo sabe cualquiera que lo conozca, es que Martín Vestiga tolera pocas interrupciones; y si quien se presenta es Tito Rosca, la paciencia se vuelve un bien escaso.
— Te traigo primicias directas de pasillo legislativo. — Anunció Tito Rosca, con una sonrisa tan filosa como su mirada. — Resulta que el senador Maximiliano Abad le había prometido al intendente marplatense Guillermo Montenegro que votaría a favor de la designación de Ariel Lijo en la Corte Suprema. Pero, ¡sorpresa! Lo traicionó y votó en contra.
Martín Vestiga alzó una ceja. Cada vez que escuchaba el nombre de Maximiliano Abad en boca de Tito Rosca, sabía que venía prenda gorda. El periodista guardó silencio un instante, miró el humo ascendente del cigarrillo y, con un tono apenas imperceptible de reproche, preguntó:
— Señor Tito Rosca... ¿Tiene pruebas o es solo otro de sus relatos apocalípticos?
Tito Rosca, con la suficiencia de quien inventa títulos de novela policíaca, respondió:
— Pruebas, lo que se dice pruebas, no. Pero me lo dijo un fuente de absoluta confianza que trabaja en la sombra del Senado. Ahora, entiendo que Guillermo Montenegro considera a Ariel Lijo más que un hermano: ¡un hermano judicial! Así que Montenegro le hizo la cruz a Maximiliano Abad. Imaginate la bomba política que significa esto en la Quinta Sección Electoral bonaerense, donde ambos parecían inseparables.
Martín Vestiga, levantando ligeramente la voz (algo inusual para él) recordó a todos por qué es “el respetado periodista”:
— Señor Tito Rosca, en este medio nos basamos en datos concretos y en declaraciones verificables. Decir que “lo traicionó” es una acusación grave. Deberíamos consultar públicamente a Maximiliano Abad y a Guillermo Montenegro.
Tito Rosca bufó con dramatismo, cada bocanada de humo subrayaba su desdén:
— Si querés confirmarlo, capaz te atienden… O capaz te bloquean. El que sabe de política sabe que este tipo de traiciones se arregla en pasillos, no en conferencias de prensa.
Mientras Tito Rosca hablaba, Martín Vestiga anotaba en su libreta: “1) Chequear voto de Abad en la Comisión de Acuerdos. 2) Llamar a vocero de Montenegro. 3) Seguirle el humo a Rosca, a ver si se entera de algo más”. Justo cuando el flamígero informe de Tito Rosca amenazaba con prender fuego toda la escena, apareció un patrullero de la policía local, y los dos protagonistas parecieron recordar que estaban en plena calle.
— ¡Qué casualidad! — Exclamó Tito Rosca, como si la presencia policial fuese una señal divina. — Debe haber cámaras por todos lados, ¿viste? Perfecto para capturar el momento en que el senador Maximiliano Abad se convierta en protagonista de un escándalo.
— Sepa que yo no difundo rumores sin fundamento. — Aclaró Martín Vestiga, sin apartar la vista de la libreta. — Pero, si existe siquiera un atisbo de veracidad, lo voy a exponer con el rigor que el periodismo merece.
Entonces, como si respondiera a una señal inaudible, Tito Rosca apagó su cigarrillo en un descuido y lanzó la última bomba:
— Dicen que Montenegro ya le está “pasando factura” en la Quinta Sección Electoral a Maximiliano Abad. Y decís que no hay nada probable que estalle… ¡Si hasta me comentan que ya planean una reunión en Mar del Plata para definir candidaturas conjuntas! Pero, después de esto, va a ser más difícil que Papá Noel entre por la chimenea.
Martín Vestiga, antes de despedirse, le regaló a Tito Rosca una de esas miradas implacables que atraviesan la niebla más espesa de chisme político:
— Gracias por la “exclusiva”, señor Tito Rosca. Verificaré toda esta información y, si algo de esto es cierto, lo expondremos con total transparencia. Mientras tanto, procure no intoxicar más a los transeúntes con ese humo.
Con eso, Martín Vestiga siguió su rumbo, con la serenidad de quien sabe que tiene un trabajo por hacer: confirmar o desmentir cada letra de la versión de Tito Rosca. Y Tito Rosca, por su parte, encendió otro cigarrillo, como quien enciende la mecha de la próxima bomba de humo político.
Moraleja (para quienes dudan de su carácter satánico): en la política marplatense, más vale andar en guardia cuando Tito Rosca se te cruza, porque nunca se sabe si lo que te chusmea es la verdad absoluta… O solo humo sin filtro.
Amiga traidora tú no ríes, tú no lloras
Desgarraste ya mi alma
Eres fría, silenciosa, calculadora