Política
Cuestión ambiental

Concejales: mucho ruido y pocas nueces

La llamada «cuestión ambiental» es uno de los argumentos más esgrimidos por los concejales del partido de General Pueyrredon a la hora de cuestionar a la actual gestión municipal.

El ejemplo más claro es el de la concejal del Frente de Todos, Sol de la Torre. La edil forma parte de la comisión de ambiente del Honorable Concejo Deliberante y ha hecho de la trillada «cuestión ambiental» uno de los pilares de su imagen pública. Sin ir más lejos, hace poco menos de un año propuso (junto a su par, la edil Virginia Sívori) la creación de un Observatorio Ambiental en el partido de General Pueyrredón. Mientras escribían el proyecto, ¿habrán tenido en cuenta la máxima que se le suele atribuir al general Perón, que reza «para que algo no funcione, lo mejor es crear una comisión»?

Durante la presentación del proyecto, la curul del Frente de Todos había sido muy dura contra Guillermo Montenegro, asegurando: «nada de eso parece importarle mucho al intendente, que por un lado firma acuerdos contra el cambio climático, pero por el otro sigue dándole la espalda a la separación de residuos, a la gestión del predio de disposición final, al cuidado de los espacios comunes, al trabajo de los y las recuperadoras y a la preservación de los humedales, sólo por citar algunos ejemplos.»

No fue su única expresión pública al respecto del predio de disposición final. El pasado 8 de julio, tras la exposición de D’Andrea en el Concejo Deliberante, Sol de la Torre publicó en sus redes sociales: “En la comisión propusimos convocar una mesa de expertos con quienes analizar los pormenores técnicos del pliego y de esa manera hacer las modificaciones que sean necesarias para un servicio que hasta ahora se realizó mal”.

Ante tamañas críticas, ¿cómo se entiende que Sol de la Torre, justamente en la comisión de ambiente, haya tomado la decisión de abstenerse en la votación del pliego de licitación del basural a cielo abierto que ella, ya hace un año, criticaba? Si tanto le preocupa la cuestión ambiental, y si este pliego, en sus propias palabras, “no cumple para nada” las expectativas del bloque que ella representa, ¿por qué avaló su avance a la comisión de legislación?

Existen dos posibles explicaciones: una, es que la “cuestión ambiental” en realidad no les importa, y la utilizan sólo como una herramienta que les permite erosionar (sin demasiado éxito) la imagen pública del intendente. La otra, es que no entienden nada. Que se suben a cualquier eslogan y a cualquier causa sin analizarla, y que, a partir de allí, salen a despotricar en los medios esgrimiendo argumentos que no resisten ningún análisis. Un ejemplo claro de esto último, es la queja de Sol de la Torre ante la realización del EnduroPale. El pasado 22 de junio, la concejal dijo: «En lugar de preservarlas, usan las playas para hacer negocios». ¿De qué preservación estaríamos hablando? ¿Sabrá la edil que las playas del norte de la ciudad (comúnmente llamadas «piletones») sólo existen gracias a la acción del hombre? ¿Que no existe allí ningún ambiente «natural» para «preservar»?

Mar del Plata se encuentra en estos momentos frente a una crisis climática cierta que se agrava día a día ante la vista y paciencia de todos: el basural, el mal llamado predio de disposición final, está sometido a una administración absolutamente ineficiente que hace que la contaminación de los reservorios de agua potable de la zona, o la provocación de un incendio de gran magnitud, sean sólo cuestión de tiempo. No hay un tratamiento efectivo ni de los líquidos lixiviados ni de los gases generados por la descomposición de la materia orgánica. De todas las “cuestiones ambientales” que nos afectan, es la más seria, y la más apremiante. Sin embargo, no hay una actitud real de involucrarse en el tema y evitar que la situación empeore.

En vez de imaginar problemas ambientales inexistentes, de proponer la creación de comisiones, observatorios, o hacer pedidos de informes que no llevan a nada, los concejales deberían utilizar el poder que tienen para frenar estas acciones de una buena vez y obligar al ejecutivo municipal a darle al tema el tratamiento que corresponde: un llamado a licitación transparente, sin direccionamientos, en donde la gestión adecuada de los residuos domiciliarios sea el único interés detrás del pliego.

Pero, tal vez, esa actitud responsable implique trabajar un poco, comprometerse y generar un cambio real que beneficie de manera cierta y concreta a los ciudadanos que los votaron.

Deben pensar que no es para eso que los eligieron.

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