Amato ocupará el sillón que deja el arquitecto Carlos Katz tras su jubilación, aunque el verdadero poder parece mantenerse intacto: Cristina Coria seguirá como vicepresidenta, Daniel Díaz como director y Mario Ricciuto al frente de la sindicatura. Un esquema que no sorprende y que empieza a revelar cómo se reordena el mapa real del poder político local tras las elecciones de septiembre y octubre.

El primer pantallazo es elocuente: Amato no llega solo. Su desembarco se explica por la influencia directa de Alejandro Carrancio, quien viene colonizando espacios de alta exposición y, con ello, dejando en evidencia que la presidencia nacerá con condicionamientos previos. Una conducción atada a quienes permanecen: la contadora radical, el delegado del SITOS y un síndico de vínculo estrecho con el PRO y fama no precisamente austera. Todos curtidos en la cocina diaria de la empresa y conocedores de sus resortes más sensibles.

La jugada vuelve a desnudar una falencia estructural de Carrancio y de La Libertad Avanza: la escasez de cuadros con formación y experiencia real para ocupar cargos de conducción complejos, donde el conocimiento de la administración pública no se improvisa. La gestión, todo indica, se aprenderá sobre la marcha, con los riesgos que eso conlleva.

Mientras tanto, en el trasfondo político ya corre la cuenta regresiva del acuerdo entre Alejandro Carrancio y Emiliano Giri. En ese entramado también juega el intendente interino Agustín Neme, parte de un núcleo de decisiones cada vez más concentrado, opaco y expuesto a sus propias internas.