Rodolfo Ceballos nació en la provincia de Córdoba, aunque su identidad terminó de forjarse a orillas del mar. Fue en Mar del Plata donde se crió, creció y armó su vida.

Allí cursó sus estudios secundarios en la histórica Escuela Nacional Normal 1 Presidente Roque Sáenz Peña, una institución que marcó a generaciones y que dejó huella en su formación personal.

Más tarde, continuó su desarrollo intelectual en la Universidad del Salvador (USAL), donde profundizó una mirada analítica y estratégica que, con el tiempo, terminaría aplicando en ámbitos muy distintos.

Su paso por la Fuerza Aérea Argentina no fue un simple capítulo, sino una etapa central de su vida. La vida militar le aportó valores que todavía hoy lo definen: orden, constancia, planificación y una fuerte cultura del esfuerzo.

Lejos de los reflectores, Ceballos construyó un perfil bajo, más ligado a la acción que al discurso, aprendiendo a tomar decisiones en contextos complejos y a trabajar en equipo bajo presión.

Con los años, y ya fuera de las FFAA, Rodolfo Ceballos eligió reinventarse. El destino lo volvió a unir con Mar del Plata, la ciudad que siempre funcionó como punto de regreso. Allí se asoció con el reconocido chef marplatense Darío D’Onofrio para dar forma a un proyecto ambicioso y singular: "Astor by Darío".

La propuesta gastronómica no es un restaurante más. "Astor by Darío" se presenta como una experiencia integral, con un extenso menú que combina creatividad, técnica y una identidad propia.

Detrás de cada detalle hay una lógica de trabajo que mezcla la pasión por la cocina con una estructura sólida de gestión, donde la impronta de Ceballos se hace sentir.

La planificación, el orden y la visión a largo plazo dialogan con el talento culinario de Darío D’Onofrio, dando como resultado un espacio que rápidamente se posiciona como distinto dentro del circuito gastronómico local.

La historia de Rodolfo Ceballos es la de alguien que supo trasladar los aprendizajes de una vida militar al mundo civil, sin perder identidad ni disciplina, pero sumando sensibilidad, riesgo y creatividad.

De los cielos de la Fuerza Aérea a los fuegos de una cocina de autor, su recorrido demuestra que las segundas vidas existen y que, a veces, el verdadero despegue llega cuando uno se anima a cambiar de rumbo.