Perfiles Urbanos
Exclusivo de NOVA

VIDEO | Carlos Bergera, el cocinero que renació junto al mar gracias a un trasplante

Carlos Bergera.
Su historia es un hito de la salud marplatense.
Estuvo internado en la Clínica Pueyrredon.
Trabaja en la cocina del Mirador Waikiki.
Junto a su esposa.

A diario, cuando sale el sol sobre el Océano Atlántico, Carlos Bergera recorre la cocina del restaurante Mirador Waikiki y se detiene un instante frente a los ventanales.

Ese instante (el chispazo del mar que pinta de oro la ciudad) ha inspirado durante décadas sus platos más creativos.

Sin embargo, la historia de este cocinero marplatense de 62 años estuvo a punto de truncarse hace apenas dos años, cuando un diagnóstico de cirrosis autoinmune lo llevó al filo de la muerte.

De fogones locales al desafío de la salud

Nacido y criado en el barrio Colinas de Peralta Ramos, Bergera forjó su trayectoria en reconocidos restaurantes de la ciudad. Conocido por su habilidad para fusionar sabores de la cocina porteña con la frescura del pescado local, llegó a convertirse en un referente gastronómico de la costa.

Pero, sin antecedentes de consumo intenso de alcohol, un malestar persistente encendió las alarmas médicas: “El hígado graso puede retroceder, pero la cirrosis no”, explica Milagros Bergera, su hija y actual instrumentadora quirúrgica.

Las pruebas confirmaron el peor escenario: daño hepático irreversible. Incorporado a la lista nacional de espera, Carlos vivió siete meses de creciente incertidumbre.

Cada descompensación complicaba su salud, y aún así el cocinero mantuvo su rutina laboral hasta una semana antes de la operación. “Su fuerza y su humor no flaquearon; seguía contando anécdotas en la cocina incluso cuando le costaba mantenerse de pie”, recuerda Milagros.

El milagro que llegó desde Córdoba

La oportunidad surgió una mañana de abril: un hígado donado en Córdoba. De inmediato, la Fundación Mar del Plata Trasplante y la Clínica Pueyrredon pusieron en marcha un operativo que culminó en una cirugía de 10 horas. “Entró al quirófano con una sonrisa”, cuenta su hija, “no creía que finalmente recibiría ese órgano”.

El éxito de la intervención marcó no solo un hito para Carlos, sino también para la comunidad médica local. Tras varias semanas de cuidados intensivos y un estricto seguimiento, el cocinero fue dado de alta y regresó a su hogar, donde continúa un proceso de recuperación que él mismo califica como “una segunda vida”.

Un llamado a la donación de órganos

Hoy, Carlos aprovecha cada servicio para compartir su historia. En mesas repletas de comensales, alza la voz: “Si alguien duda, que sepa que un donante puede salvar hasta cuatro vidas”. Su familia, emocionada, sueña con conocer algún día a quienes hicieron posible este regalo: “Ojalá podamos agradecerles en persona”, dice Milagros.

Respaldados por su obra social, Osarpyh, y conscientes del legado que dejan en Mar del Plata, Bergera y su familia impulsan campañas locales de concientización.

Cada folleto, cada charla en escuelas o centros comunitarios, lleva impresa la imagen de un cocinero que aprendió a tocar fondo y resurgir, con el mar como escenario y la solidaridad como motor.

Lectores: 93

Envianos tu comentario