Martín Vestiga
Una producción de NOVA

Martín Vestiga, Tito Rosca y el desembarco en Seguridad

Tito Rosca y Martín Vestiga. (Dibujo: NOVA)

Sagaz como siempre. Intrépido e inquisidor. Adjetivos que sólo califican a Martín Vestiga, un asiduo colaborador de NOVA que vive trabajando y que, en sus ratos libres, investiga como pocos. Todo un adicto a su profesión.

Martín Vestiga, cronista de fuste y amante confeso del capuchino espumoso, se acomodaba esta mañana en una de las clásicas butacas del café Havanna de Mar del Plata, cuando, sin avisar, irrumpió Tito Rosca.

El olor a cigarrillo precedía sus pasos—una fragancia diciente que tiñe de misterio cualquier charla de pasillo.

— ¡Martín Vestiga! — Exclamó Tito Rosca, atravesando el salón con la solemnidad de un telegrama de guerra. — Traigo la bomba.

El respetable Martín Vestiga soltó un sorbo de su café y, entre asombrado y divertido, alzó la ceja derecha, gesto infalible que lo identifica como periodista de largo recorrido.

— ¿Bomba, decís? — Inquirió Martín Vestiga, mientras apartaba la taza para no derramar su néctar matutino.

Tito Rosca, con ese deje satánico de conspirador posicionado. — Quizá fruto de mil tertulias clandestinas. — Se inclinó y susurró:

— El intendente marplatense Guillermo Montenegro habría tenido sobre la mesa la oferta de quedarse en el lugar de Patricia Bullrich como ministro de Seguridad. Sí, "Che", ¡Ministerio de Seguridad! Pero espera, hay más: la flamante dirigente de La Libertad Avanza (LLA), Patricia Bullrich, sería candidata a senadora nacional por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en 2025… Y dejaría el sillón de Seguridad libre.

Martín Vestiga anotaba con pulso firme en su libreta de cuero —esa que parece alimentarse de café. — Mientras Tito Rosca desplegaba el chisme con precisión de relojero.

— Y no solo eso. — Continuó Tito Rosca, con voz grave. — Hubo un intento fallido de ubicar a Guillermo Montenegro como ministro de Justicia… Aunque la verdadera joya era su pase a la mesa chica de Ariel Lijo si este lograba desembarcar en la Corte Suprema de Justicia. Ya sabés: Ariel Lijo y Guillermo Montenegro se consideran "más que hermanos".

Martín Vestiga se reclinó y, con sonrisa pícara, concluyó:

— Tito Rosca, tuelta el asado o seguís trayendo chimentos como mortero. Pero te juro que este lo guardo con celo en la columna.

Tito Rosca soltó una carcajada, extendió un paquete de cigarrillos y, antes de evaporarse en la neblina costera, lanzó:

— Avisame cuando quieras el próximo capítulo, Martín Vestiga. ¡La política es un unipersonal de sorpresas!

Así, entre risas y café, el respetable Martín Vestiga sumó un nuevo entuerto a su colección de historias porteñas y marplatenses, mientras las olas golpeaban la rambla ajenas al vendaval de rumores que soplaba dentro del Havanna.

Los caminos de la vida.

No son lo que yo esperaba.

No son lo que yo creía.

No son lo que imaginaba.

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