Martín Vestiga
Una producción de NOVA

Martín Vestiga y el delegado de Batán echado a papazos por quedarse con la ayuda de los inundados

Martín Vestiga. (Dibujo: Fernando Rocchia, especial para NOVA)

Sagaz como siempre. Intrépido e inquisidor. Adjetivos que sólo califican a Martín Vestiga, un asiduo colaborador de NOVA que vive trabajando y que, en sus ratos libres, investiga como pocos. Todo un adicto a su profesión.

El jueves pasado arranqué tempranito para el café, pensando que estaría todo cerrado ya que Moyano-Barrionuevo y compañía habían declarado el paro. Pero no, me equivoqué, en Mar del Plata estuvo todo abierto menos los bancos. Circulaban taxis, colectivos, remises, salvo en la esquina de la Municipalidad, donde había unos pocos "proletariados" que portaban una bandera en defensa del paro.

Antes de llegar al café, me encontré con mi amiga Débora, alias la "Enana Maldita”, que después de saludarme se despachó con toda su malicia: "¿Te enteraste de lo que le pasó al delegado de Batán, Abel Cristóbal?". “¡Sí! -le conteste-, ya sé, una empleada de la delegación, de apellido Coria, lo denunció por acoso ante el Sindicato de Municipales e hizo una denuncia en la fiscalía” –yo siempre sé todo.

Como para mandarme la parte, completé: “El Sindicato, inmediatamente, tomó cartas en el asunto y el Ejecutivo dispuso darle una licencia a la ‘acosada’ hasta encontrarle una nueva ubicación”. “No -me cortó la “Enana”-, eso es noticia vieja”. La volví a interrumpir: "Ah, ya sé, por las desapariciones de herramientas importantes del galpón de la Delegación, o por el pedido de coimas a los comerciantes de la zona por parte del plantel de inspectores”.

“No, no –volvió a corregirme-, ni por eso ni por el ‘bailongo’ que arman cada 15 días en las afueras de la ciudad”. “Pasando el camino de Las Charitas –apunto-, dicen que hay de todo. “Sí, pero no es eso, pagame un café que te cuento con lujos de destalles”.

Me compró. Entramos porque hacía un frío bávaro, pedí un cortado para mí y una lágrima para "La Enana". No nos habíamos terminado de acomodar en la mesa cuando empezó su relato : "Con el tema este de los fuertes vientos y lluvias que tuvimos en la ciudad estos últimos días, hubo varios barrios inundados, los más complicados fueron La Herradura, Autódromo y Parque Palermo, donde desembocó toda la ayuda posible desde Vialidad Municipal, Desarrollo Social, Cultura, en una palabra el Estado presente más la ayuda solidaria, reconocida, de los marplatenses”, desgranó.

Pero siempre hay un “pero”. Y mi amiga lo completó. “Siempre están los vivillos, y es el caso de Cristóbal. Inmediatamente, este buen señor pidió ayuda al municipio por los inundados de Batán, cosa que no sucedió, porque no hubo evacuados en Batán, sólo hechos aislados”. ¿Cómo? Yo quería saber. “Pidió ayuda en forma desesperada. Ante semejante panorama, Desarrollo Social envió enseguida una camioneta repleta de alimentos, frazadas, zapatillas, colchones, etc., pero lo guardó todo para su campaña política y repartió apenas unas bolsitas de alimentos”.

“¿Eso es todo?”, la interrumpo. "Me extraña araña, que siendo mosca no me conozcas. Tengo más, el final a toda orquesta, pero invitame otro café”, me dice mi amiga. Le pedí otro y, mientras tanto, siguió contando: “Batán, desde que se realizó la obra hidráulica, no se inundo más, pero quedo la parte final sin terminar y todo el agua de Batán y la zona desembocan en el barrio El Colmenar. Una vez que se llenan las tres cavas principales, la última se desborda e inunda el barrio, por lo que generalmente cuando llueve mucho en su gran mayoría queda inundado”. Tomé nota.

“En este caso, sucedió parcialmente –aclaró mi amiga-, y ante los reclamos de los vecinos, Cristóbal le pidió que se reúnan en la plaza del barrio que él iba a llevar ayuda para los que sufrieron las inclemencias del tiempo. El 27 de agosto se juntaron en la Plaza Echegoyen unos 250 vecinos, y llegó el delegado con una caravana de coches con simpatizantes y amigos”.

“Los vecinos, al ver semejante caravana, rompieron en un estruendoso aplauso, saludando la llegada de semejante caravana. Bajó Don Abel Cristóbal, sus 142 kilos no le impidieron saltar un gran charco y comenzaron a bajar las cosas”. En lo mejor del relato, llegó al café mi amigo Maricarmen, más conocido por su sobrenombre "Cola-Golosa", y su novio Patricio, que estaban de vacaciones en Mar del Plata.

Después de los saludos y presentaciones correspondientes, se sumaron a la mesa. “Seguí, Enana". “Bueno -me dijo-. Vamos por el final. Los vecinos, contentos, ilusionados por tratar de recuperar algún colchón, alguna frazada o aunque sea una bolsita de alimentos para mitigar la noche, no escondían su alegría, semejante caravana que trajo el delegado, habría muchas cosas para ellos”.

Pero volvieron los “peros”. “De los coches bajaron seis bolsas de papas y tres de cebollas y nada más. La sorpresa fue terrible. Los vecinos, sabiendo que Cristóbal había recibido recursos de Desarrollo Social, y acordándose de que en la última inundación había llevado colchones y se los entregó a préstamo, abrieron las bolsas de papa y lo cagaron bien a papazos, por el lomo, a él y compañía”.

Impresionante. “La cara que tuvo después lo demostró claramente, lleno de magullones. Yo no sé que espera el intendente Gustavo Pulti para echar a este tipo, que es un sinvergüenza”. No me pude contener, salude, pagué los cafés y me fui con mucha bronca por tanta injusticia de parte de un funcionario que gana más de 25.000 mil pesos. Pensando en eso me fui a caminar por la playa.

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