El intendente de General Pueyrredón, Carlos Arroyo, se encuentra otra vez en el ojo de la tormenta, esta vez por el recrudecimiento del conflicto con los trabajadores estatales de su distrito, que amenazan con paralizar la actividad si el gobierno local sigue firmen en su intención de avanzar contra algunos derechos laborales.
La tensión con los municipales se da en momentos en que el gobierno provincial busca que los distritos mantengan equilibrio con sus empleados hasta tanto se oficialice en toda la provincia la firma del acuerdo fiscal, para luego avanzar con las modificaciones que sean necesarias.
Incluso desde el Ejecutivo bonaerense manifestaron preocupación, pero sobre todo malestar con los intendentes que adelantaron que podrían tener problemas para afrontar el pago de salarios y aguinaldos durante el mes de diciembre, porque el objetivo es que los Estados locales equilibren sus cuentas y no dependan de las transferencias de la provincia para cubrir sus gastos corrientes.
Por eso, una disputa en territorio gobernado por Cambiemos encendió una luz de alerta, aunque Arroyo ya tiene acostumbrada a María Eugenia Vidal a que su gestión es parte del problema y no de las soluciones, aunque por el momento la mandataria siempre salió en auxilio del jefe comunal.
La disputa con los municipales comenzó en el ámbito estrictamente salarial, pero rápidamente pasó al plano de algunas conquistas y beneficios que los empleados consiguieron a lo largo de los años y que fueron cuestionados por la comuna en el marco de la negociación y ahora en la última asamblea los trabajadores dieron el visto bueno para disponer medidas de fuerza si es que el municipio avanza sin negociar.
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